viernes, 29 de agosto de 2008

Shadowrun: Epílogo

Epílogo

En la oscuridad de la noche una luz despeja las tinieblas de la cocina de Tyron cuando abre la nevera y agarra un pack de seis cervezas. Cuando vuelve a cerrar la nevera todo vuelve a quedar a oscuras. Quedaría muy bien en la ambientación que el silencio lo envolvía todo, pero en Seattle, las sirenas, los disparos, los gritos y los coches corriendo a toda velocidad por las calles son el “silencio” ambiental.

Tyron lleva las cervezas al salón y se sienta frente al Plasmavisor de 37” para ver una película y relajarse, tras hacer algo de zapping y ver las opciones de los canales deja puesto “Cazafantasmas® Vs. Gremlims®”, aunque le decepcionó ver que seguían mojando a Gizmo® con agua por “error” y los “hijos” de éste conseguían echar un bocado a horas desaconsejadas por la Sociedad de Padres Alimentadores Educativos (SPAE), desde siempre le gustó la escena en la que los fantasmas son liberados, Moquete y Gizmo se visten por primera vez los monos caquis y se echan la mochila al hombro para devolver a los espectros a su lugar, mientras fríen un par de culos verdes por el camino. Además, dicen las leyendas que cuando los fantasmas son liberados, en un fotograma aparece una imagen del reparto original, muertos hace un siglo, jugando a las cartas.

Ahora salgamos, en silencio, dejémosle relajarse tras un duro día de trabajo, salgamos por esta ventana que está abierta y movámonos rápidamente hacia el Oeste, si no tenéis vértigo y miráis hacia abajo veis las calles de Seattle pasar a toda velocidad bajo nosotros, el tráfico nocturno las ilumina, algunos destellos de un azul intenso nos indican donde está la juerga esta noche, pero ahora no nos interesa ver eso, yo os quiero mostrar otra cosa, mientras seguimos avanzando a toda velocidad y ascendemos podéis ver en el centro de la ciudad los super-rascacielos cuya cima se pierden en la eterna nube de polución, mientras que en los bordes las casas apenas llegan al rango de “chabolas”.

Vamos un poco más rápido, nuestro destino está lejos y el paisaje fuera de la ciudad no es demasiado vistoso en un mundo en que la vegetación cerca de las ciudades no dura demasiado y el terreno es reseco, pero a un par de cientos de kilómetros se encuentra una gran estructura artificial, vagamente podría recordarnos a la ciudad que acabamos de dejar, pero sólo por que sabemos que ambas han sido fabricadas por manos humanas, sin embargo aquí enormes chimeneas vomitan incansablemente una nube tan tóxica que si el viento la llevara a la ciudad, la población moriría rápidamente. Es una de las mayores fábricas que existen en tamaño, y es la que más cantidad de armas fabrica, de todas clases, de todos los tamaños, y siempre están inventando nuevos modelos.

En el exterior, hay tres muros defensivos rodeando el perímetro, torres de vigilancia con lo último en tecnología militar y armamento pesado, en el interior, disponen de armamento antitanque y antiaéreo. La base de la Mega-corporación Ares tiene fama de impenetrable y, de momento, todo el que ha intentado entrar, nunca ha llegado a salir de una pieza.

Si volvemos la vista por donde hemos venido podemos observar una nube de polvo que se va acercando, un aerodeslizador que ha vivido tiempos mejores, de color naranja, algunos agujeros de bala en la carrocería y mucha prisa por llegar allá donde quiera que se dirija, pero no parece haber muchas opciones. La carretera que siguen las tres sombras que hay en el interior sólo lleva directo a la fábrica que hemos visto hace un rato. Si los tres no tienen cita reservada es muy probable que lo pasen muy mal. Aunque es posible que lo pasen mal de todas formas.

Si uno tuviera muy buena vista, unos prismáticos de gran potencia, un telescopio, o simplemente estuviera cerca, vería que las tres sombras que hay en el vehículo no pertenecen a personas.

Una de ellas es un hacha.

Fin

1 comentario:

Erynus D'Alecto Graeme dijo...

*toc,toc*
¿Hola?¿Hay alguien?
..guien?...ien?...en?...n?...