sábado, 23 de agosto de 2008

De repente un extraño

Llego al fin a casa, un suspiro de alivio sale de mis pulmones cuando cierro la puerta a mi espalda, dejo la bandolera en la mesa del salón y la camiseta en el respaldo de una silla antes de dirigirme a la cocina en busca de algo de comer, que ya es hora. Tengo suerte, hoy hay filetes rusos, cojo unos cuantos, una jarra de agua, pan y un tenedor.

Me siento frente al ordenador para terminar de ver un capítulo de una serie mientras como tranquilamente. Tras unos minutos y varios filetes menos llaman a la puerta, (qué oportunos), voy a ver quien es, probablemente sea mi padre, que se ha vuelto a dejar las llaves en casa (lo raro es que se las lleve), los vecinos de al lado, o algún miembro de la comunidad, en otras circunstancias pasaría y haría como que la casa está sola, sobre todo si oigo que llaman a las demás puertas ya que significa que es alguien pidiendo, pero hoy me siento buena persona y me levanto.

Mis zapatillas crujen de puro viejo, mi madre va a tener razón tras 4 años diciéndome que las tire, pero de momento me han servido bien, y es ahora cuando están rompiéndose, 4 años son 4 años más que las zapatillas nuevas van a durar (o no si son malas), pero ahora hacen un ruido atronador en mitad del silencio de la casa vacía.

Llego a la puerta, mi mano se acerca al pomo de la puerta… lo coge… su fría figura es envuelta entre mis dedos cuando lo suelto rápidamente, la sangre ha dejado el estómago y ha llegado al cerebro, al menos lo suficiente como para pensar. El timbre… no ha sonado como cuando llama alguien de la comunidad o los vecinos de al lado, y seguro que no ha sonado como llama mi padre, que parece que va a quemar el timbre…

Miro por la mirilla, media sombra aparece ante mis ojos, las luces del portal están apagadas y el frente de la puerta está despejado… o lo estaría de no ser por un hombro, un brazo y media cabeza que veo en el extremo más cercano a la escalera, “ello” (no se si es un hombre, una mujer o un Sasquatch debido a la oscuridad predominante), parece estar con medio cuerpo al nivel del suelo y la otra mitad en el primer o segundo peldaño de la escalera. Definitivamente no es mi padre ni los vecinos de al lado.

Me quedo en silencio mirando a “ello”, por suerte los idiotas de los vecinos de arriba están practicando su deporte preferido, mover muebles lo más ruidosamente posible, por lo que mi llegada ha pasado inadvertida y puedo observar inmóvil a “ello”. Pasan los minutos, ninguno de los dos se mueve, advierto que en la mano que se ve, hay o una pequeña mochila, o un casco. Sigo sin tener ni idea de quien o qué es, pero empiezo a ponerme nervioso, aunque me mantengo inmóvil, controlando mi respiración y sin emitir ningún sonido.

“Ello” parece impacientarse también y modifica su postura, se pega más a la pared en un intento de esconderse, pero, o sorpresa, mi mirilla me permite ver la escalera casi totalmente, algo que había considerado imposible toda mi vida, ahora me resulta de lo más práctico y me tranquiliza saber que lo tengo vigilado en todo momento.

La tranquilidad desaparece completamente cuando “ello” se mueve lentamente y lo que veo es que su cuerpo permanece inmóvil, pero su cuello se estira como un chicle y su cabeza se acerca a la mirilla mirándola fijamente, no le veía los ojos, ni la cara, pero estaba mirando a la mirilla, y por ende, estaba mirándome a mí… aunque sin verme (o eso es lo que creo)

Un par de minutos después parece que se cansó de mirar por la mirilla y volvió a su posición anterior… y la luz se hizo, uno de los vecinos de las plantas superiores había salido de casa y había dado la luz de la escalera. Al fin pude ver a “ello”, un varón, un poco más alto que yo, con camiseta y vaqueros, un casco de moto en la mano izquierda con un tono de piel no tanto moreno, como amarronado, pero eso no me importaba tanto como el qué cojones estaba haciendo el tipo ese en mi portal, frente a mi casa y acechándome.

Estaba tentando de ir a mi habitación, coger una daga y una espada corta, pero deseché la idea por que eso significaba perderle de vista, y moverme podía delatar mi posición al otro lado de la puerta. Estuvimos 10 minutos más así, él se sentó en las escaleras, se volvió a levantar, acercó su cara a la mirilla (que tío más feo, parecía un efecto especial) y se volvió a sentar.

Unos minutos más tarde se levanta y baja las escaleras, por mi parte voy corriendo a la habitación, busco las llaves, las cojo, dejo un aviso en el msn de que me iba por una alerta naranja y salgo de mi casa mirando antes por la mirilla por si había vuelto a la misma posición.

Nada más salir cierro la puerta, bajo las escaleras tranquilamente (al menos aparentaba estar tranquilo “¿Es que no oís ese espantoso corazón?”) y lo encuentro en el tramo que hay entre el primer piso y el portal. Paso frente a él despacio, intentando recordar su pelo corto, negro y tupido (parecía un puto bonsái negro) sus ojos alertas que rezumaban un “me han pillado”, nos cruzamos un “buenos días” mientras sigo bajando. Al llegar abajo me cruzo con una vecina, charlamos sobre el tiempo, el trabajo, el hambre que tiene… mientras yo tengo una parte de mí alerta por si se mueve “ello”, cuando va a subir al ascensor hago como que me he dejado algo en casa y subo con ella.

Mientras el ascensor asciende la informo sobre “ello” y al llegar a su piso, ella vive debajo mío, me bajo con ella y miro por las escaleras, “ello” no está, pero oímos la puerta de la calle que se cierra.


“Ello” ha desaparecido pero… ¿Volverá?, quien sabe.

Que no,

no queremos otra

enciclopedia




2 comentarios:

Erynus D'Alecto Graeme dijo...

No fue así como me lo contaste, pero bueno. En esas circunstancias con mandarme un mensaje de "estoy sitiado, ven y traete la artilleria" hubiera bastado para sorprender a ello entre dos frentes. Pero bueno, para eso esta la mirilla, para ver a los ellos que te acechan en las sombras.

Logabe dijo...

Y yo que pensaba que los cuellilargos se habían extinguido hace millones de años...

En fin, podría ser un buen relato estilo Poe, aunque espero que nunca se vuelva a repetir.

Sigo dándole vueltas a la cabeza pensando en el otro tío paseando a las 3 de la mañana con gafas de sol y parando en la acera de enfrente... Si fuera el mismo, convendría prepocuparse por mucho que digas.