viernes, 29 de agosto de 2008

Shadowrun: Capítulo 6

VI

No es buena idea montar bronca cerca de una oficina de seguridad, son duros, profesionales y bien armados. Siempre atacan de forma contundente por que nunca se sabe cuando se van a encontrar a un Runner, pueden dar la impresión de disparar primero y preguntar después, pero es un error, nunca preguntan, sería perder el tiempo.

El agente Morris lo tenía muy claro, y le gustaba como funcionaba el sistema, bueno, en realidad lo que le gustaba era tener permiso legal para patear culos, golpear cabezas y disparar indiscriminadamente con armas grandes.

Lo único malo que le veía al trabajo era la incomodidad a la hora de entrar en acción, el equipo de protección limitaba un poco sus movimientos y picaba, pero era necesario si querías sobrevivir lo suficiente para que pudieran remendarte después de una escaramuza, los bancos del interior del transporte te dejaban el culo plano y la parte trasera del furgón no era lo suficientemente amplia para los ocho agentes que iban atrás, encima el agente Utrik volvía a contar la historia de cuando vivía en el campo y su padre le trajo del huerto un par de pimientos morrones genéticamente alterados que le cantaban Love Me Tender cuando se iba a dormir.

Los frenos chirriaron, las ruedas se deslizaron sobre el asfalto dejando negras cicatrices y la furgoneta derrapó cortando la calle. Un ominoso silencio llena la calle hasta que se interrumpe cuando todas las puertas se abren y los agentes salen rápidamente del vehículo.

Cuando Morris sale, lo hace ligeramente agachado y con el arma a punto quedándose al lado de la furgoneta para usar la puerta de protección adicional mientras echa un vistazo para localizar a los objetivos, cuando lo consigue ve una escena que no olvidará mientras viva, un enano corre directo hacia ellos blandiendo un hacha más grande que él y se abalanza sobre el agente Utrik partiéndolo casi por la mitad, el crujido que detiene en seco el hacha casi le hace soltar su arma. El enano intenta sacar el hacha del ya ex-agente Utrik pero está atascada y a cada tirón el cuerpo sufre un espasmo involuntario, aprovechando eso, otro agente apunta a quemarropa al enano, y cuando su índice empieza a aplicar presión sobre el gatillo, es convertido en una masa volante de carne picada troceada y lista para servir, el arma del Troll expulsa un aro de humo y vuelve a estar lista.

Mientras tanto el otro enano (que mal le sienta el traje al jodido) ha abierto el maletín que lleva (¿cómo ha hecho para entrar ahí dentro?) y ha sacado dos ametralladoras ligeras (y encima lleva corbata) con las que empieza a barrer a tiros la calle de extremo a extremo (¿Para que lleva la corbata? La barba se la oculta casi siempre) y Morris oye los impactos en la puerta cuando se cubre tras ella y cuando se asoma ve que seis agentes más han caído y que el enano del hacha está en el suelo, su mirada se cruza con la de otro agente que está en el extremo opuesto y, sin decirse nada, salen corriendo a la vez huyendo de la zona.

Morris corre con todas sus fuerzas, y por el rabillo del ojo comprueba que el otro agente no se queda corto, si consiguieran llegar a un cruce o a un callejón estarían a salvo y podrían pedir refuerzos, sí, allí delante hay una calle estrecha si la alcanzaran estarían a salvo…

Una ráfaga corta el hilo de pensamiento de Morris que ve como el otro agente es impactado y rueda por el suelo, desmadejado, cuando cae. Morris aprieta el paso. Quedan tres metros. Una maldición llega a sus oídos cuando el enano comprueba que se ha quedado sin balas. Dos metros. La abertura entre los dos edificios se asemeja al paraíso. Un metro. Un rugido atronador suena a la espalda de Morris cuando el Troll dispara y le acierta en la espalda.

Cuando sale volando, impulsado por el impacto hacia delante, lo último que pasa por la cabeza del agente Morris, es una farola.

1 comentario:

Erynus D'Alecto Graeme dijo...

Que no, que el Love me Tender es el de la hamburguesa de poollo :P